¿Qué clase de padre soy?

By 15/02/2011 Sin categoría No Comments

Estampas: | Lunes 31 de enero de 2011

En la educación de los hijos no hay un camino hecho, se hace camino al andar y representa un desafío complejo, difícil pero también hermoso y muy satisfactorio.

Tal vez, en ocasiones se han planteado: Tengo un hijo ¿y ahora qué hago?, ¿cómo educarlo?, ¿lo estaré haciendo bien?, ¿será correcta mi actitud?, ¿los problemas con mi pareja que tanto afectan a mis hijos?, ¿cuánto les perturba si estoy divorciada (o), soy madre o padre soltera (o) o trabajo todo el día? Por tanto, el reto de los progenitores es conocerse a sí mismo, detectar sus errores, limitaciones, insatisfacciones; para entonces, forjar un camino favorecedor para una educación humana y con valores.

Muchos psicólogos han estudiado ciertas tipologías parentales a la hora de educar a los hijos. Tausch y Tausch señalan algunas tendencias, que se expondrán a continuación:

1. Padres Autoritarios (sargento):
Son aquellos cuyo hogar es un cuartel, en el sentido de que siempre están dando órdenes y con un «tienes que» en la boca. Todas las decisiones las toman sus padres sin consultar a sus hijos. Lo peor es que, con frecuencia, mandan y ordenan pero no hacen, no dan un buen ejemplo. Esta actitud trae como consecuencia en los hijos baja autoestima, agresividad, que la descarga sobre su hermano más pequeño al que juzga culpable de la falta de cariño de sus padres; o contra los compañeros de clase, o sobre las cosas, rompiendo todo, etc. Constituye un caldo de cultivo para la mentira, terrores nocturnos, miedos, úlceras estomacales, etc. Cuando crecen, generalmente ponen en duda el cariño de sus padres, dicen temerles, y con el tiempo los tachan de egoístas por no tener en cuenta sus intereses personales.

2. Padres Moralizantes (manipuladores).
Ejercen el autoritarismo en una forma más sutil. Intentan educar a sus hijos con criterios morales sin considerar las características personales, gustos y opiniones de sus hijos. Ejemplos: «tienes que estudiar esto», «ir con estos amigos», etc. El hogar se convierte en una clase de moralidad. El error de este tipo de padres estriba en tratar de condicionar a los hijos a ver el mundo, con la realidad de ellos, sin dar la posibilidad de que sean sus hijos quienes lo descubran por sí mismo. Los chicos continuamente temen equivocarse ya que dudan de su propia valía, y al mismo tiempo, estas equivocaciones les crean sentimientos de culpa, al no lograr las metas propuestas por sus padres.

3. Padres Frustrantes (panela de hielo)
Son padres que no manifiestan cariño a sus hijos ni les prestan atención, porque les parece que esto no es normal, o porque nunca tienen tiempo. Los castigan por cualquier falta que cometan. Sus hijos se sienten rechazados, devaluados. El hogar se parece a una nevera. Esta conducta, genera en los hijos agresividad, depresión e inadaptación. Aquí se encuentra el caldo de cultivo más frecuente para las drogas.

4. Padres Inconsecuentes (veleta)
Están en continuo cambio de actitudes con los hijos; son excesivamente temperamentales: castigan con frecuencia y se arrepienten del castigo que ellos mismos se han impuesto. Es posible que no exista, una sincronía entre los padres, acerca de los objetivos y métodos educativos. Siempre buscan ganar la simpatía de los chicos devaluando a su pareja. A veces sucede que el matrimonio no se lleva bien, y cada uno trata de llevarse al hijo a su terreno mediante concesiones y complicidades. En definitiva, se utiliza al niño. Con unos padres así, el chico no podrá formarse una idea objetiva de lo que está bien o mal, ya que le faltan referencias. Se vuelve nervioso, indeciso y temeroso pues no sabe a qué atenerse y termina siendo muy hábil manipulando la inseguridad de sus padres.

5. Padres Excesivamente Liberales (sementales)
Viven como si no tuvieran hijos; no han hecho más que traerlos al mundo. Son padres que no orientan a sus pequeños, no los educan, no les exigen un mínimo de orden en su vida; cada uno en el hogar organiza su estilo de vida y lo cambia cuando le viene en gana sin pedir ni dar cuenta a los demás. El hogar parece una pensión u hotel. Creen que son demócratas por dejar a sus hijos en libertad, sin embargo, caen en el error de no orientarlos. Serán típicos muchachos callejeros, van creciendo sin pautas de conducta, con muchas necesidades afectivas, (que no tienen en casa), pero a la vez pueden mostrarse muy duros con los demás. Adolecen de fidelidad, esfuerzo, reglas y normas.

6. Padres Sobreprotectores (mamá canguro)
Piensan que están para satisfacer las necesidades de sus hijos, el cual es visto como un niño pequeño siempre. Esto suele suceder porque los padres no se entienden entre sí y por eso se consagran al hijo; o porque éste padece o ha padecido alguna enfermedad que requería determinados cuidados; en otros casos se trata de niños no deseados, lo cual engendra culpabilidad. Por lo general, este tipo de padres son inmaduros y se las arreglan para que los hijos dependan de ellos. Las consecuencias son graves ya que son niños indefensos, se angustian ante cualquier dificultad, se muestran inseguros, suelen ser egoístas, incapaces de agradecer, puesto que ven como normal que los demás estén pendientes de ellos.

7. Padres Democráticos (dialogantes).
Orientan el comportamiento y las actitudes de sus hijos bajo la lógica y el razonamiento. Son afectivos, controlan cuando es necesario, imponen la norma sin autoritarismo ni miedo, la estrategia utilizada son las explicaciones sobre como actuar. Se muestran respetuosos con las actitudes, gustos y preferencias de sus hijos y se mantiene el orden, sincronía en la pareja, responsabilidad y derechos de todos los miembros. Los hijos suelen ser responsables, con alta autoestima, seguros de sí mismo, con tolerancia a la frustración, autocontrol y satisfacción personal.

¿Se descubrieron como padres? Conviene recordar que sólo hay tendencias no un tipo puro, asimismo, existe una mezcla de tipos y en distintos grados. Lo importante es entender que, no existe un padre o madre «perfecto», lo que existen son actitudes y modos de proceder que en ocasiones «deseducan».
Por lo tanto, lo que realmente se necesita es que usted «con mucha sinceridad» se evalúe a sí mismo y se plantee cambios; tenga presente que se enseña lo que se es.

Plantéense como una meta a lograr en este año, un cambio que compagine lo que dice y hace con sus hijos; para que la resultante sea un ser humano, consciente, digno y feliz. ¡Vale la pena intentarlo!