El Nacional Todo en Domingo – Domingo 10 de Octubre de 2010
Desayuno para pequeños
Aunque muchos padres se confían en el poder tardío de la merienda,
metabolismo infantil necesita insumos desde temprano para funcionar apropiadamente. Una pediatra nutróloga y una nutricionista ofrecen sus consejos
— Magaly Rodríguez mrodriguez@el-nacional.com |
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«Un niño sin desayunar es como un carro sin calentar y con el tanquecito vacío: si no desayuna, no va a funcionar bien», explica Gilda Stanco, pediatra nutróloga. «
Eso de que el desayuno es la comida más importante del día suena como el cliché más trillado del mundo, pero es así», acota la nutricionista Aura Licir. «Para un niño, más todavía, porque ellos duermen unas 10 horas y su ayuno es más prolongado que el de un adulto; por eso su reserva de energía es aún menor en la mañana. Está más que comprobado que los niños que no desayunan tienden a tener problemas para concentrarse y aprender en clases que un niño que sí lo hizo», indica Licir. Además, su conducta también puede ser más inestable.
«A fin de cuentas, un adulto es capaz de ponerse de muy mal humor cuando pasa muchas horas sin comer, y un niño no escapa de esa misma irritabilidad».
Las expertas hacen una diferencia clara entre la merienda y el desayuno. «Hay mamás que dicen que el niño no desayuna porque no tiene hambre a las 7:00 am, pero que al menos se va al colegio con un vaso de leche y que luego merienda completo. Aun así, eso no es lo ideal. El niño debe desayunar cuando debe desayunar que es antes de salir de la casa y merendar cuando le toca merendar. Un niño que desayuna cuando debe, tiene un metabolismo mejor equilibrado, es menos antojadizo en el recreo y a la larga es menos propenso a presentar obesidad», recalca Stanco. La nutricionista coincide. «No está mal que en un día de apuro se tome al menos el vaso de leche para que no se vaya con el estómago vacío, pero aun así, limitarse a eso no debe ser la regla porque no es suficiente. Se supone que con ese vasito de leche el niño debe funcionar y aprender durante las dos o tres horas que falten para el recreo, y para la cantidad de energía que necesita, eso es muy poco».
¿Qué debe tener el desayuno básico para un niño? «Una buena combinación debe incluir una proteína, preferiblemente láctea, un cereal y una fruta. Con cereal no nos referimos específicamente a un cereal de desayuno para niños a veces con mucha azúcar, sino a alimentos derivados de los cereales como el pan, una arepa, una cachapa, una panqueca», explica Licir. «Si esa porción de carbohidratos pudiera ser directamente una versión menos refinada como un plato de avena o un añadido de granola a un yogur por ejemplo, mucho mejor», indica Stanco. Entre las posibles combinaciones, las expertas proponen un sándwich de jamón y queso con añadido de vegetales como tomate y lechuga y una pieza de fruta; otras opciones son una arepa de queso y una fruta, o un plato de avena con leche y un toque de miel y trozos de fruta picada. «Si el apuro es mucho, incluso unas tostadas con un poquito de mermelada y un vaso de leche pueden funcionar, con una fruta que el niño se pueda ir comiendo en el camino. Los yogures con cereal también pueden funcionar como desayuno si se acompañan con una fruta», acota Licir.
Azúcar bajo control. Las expertas hacen énfasis en no descuidarse con la cuenta de las grasas, y sobre todo con la del azúcar. «Para beber, es aconsejable que el niño aprenda desde pequeño a tomar agua en lugar de un té frío, un refresco o un jugo procesado, que
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Por lo general tienen muchísima azúcar. La fruta natural puede prepararse en jugo, pero servirla entera es mejor porque se aprovecha la fibra», señala Stanco. «Incluso con las bebidas achocolatadas hay que tener cierta cautela; hay quienes las usan como un recurso fijo para que el niño acepte mejor la leche, pero a veces éstas tienden a reducir la absorción de ese calcio que precisamente uno quiere ofrecerles con la leche; algo parecido pasa con el café y el té. De vez en cuando pudieran permitirse, pero no todos los días».
La mesura también aplica sobre lo que viajará en la lonchera para la merienda. «Si el niño ya desayunó en su casa, uno no puede pretender que desayune por segunda vez con otra arepa, por ejemplo. La merienda debe ser algo más moderado pero igualmente nutritivo: puede ser un yogur con cereal, un plato de frutas picadas, un pedazo de ponqué casero», ilustra Licir. «Uno se da cuenta de que al niño a veces le mandan unas galletas con chocolate y crema, y una leche que también tiene azúcar; todo es puro dulce por donde se le mire», observa Stanco. «Por decirlo de alguna manera, el niño termina `drogado’ de tanta azúcar y así tampoco rinde bien en el colegio, pero no se trata de empezar a darles edulcorantes desde pequeños porque eso no es lo aconsejable para un niño.
En realidad, la idea es que haya una distribución más o menos ordenada de la glucosa, que sea repartida sin exageraciones entre el desayuno y la merienda para que el niño tenga un rendimiento óptimo».
¿Y el helado de crema o el raspado de colita con leche condensada a la salida? Las expertas señalan que no es recomendable que el niño aprenda a asociar estas golosinas con premios por buena conducta o buenas notas. «Aun así, uno podría permitírselo de vez en cuando si se siente tranquilo con la alimentación general que está recibiendo el niño», dice Licir.
Como con la comida rápida o las frituras, lo importante es que el niño sepa que no es sano ceder a esos caprichos todos los días.
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